miércoles, 16 de junio de 2010

El Telégrafo. Un restaurante de toda la vida, donde siempre se acierta


Ayer tuvimos la fortuna de ser invitados a uno de los restaurantes de Madrid más conocidos por su alta calidad en marisco y pescado: El Telégrafo. Un restaurante con corte muy clásico en cuanto a diseño y decoración, y sin rodeos, ni ambages en su propuesta culinaria: marisco y pescado del bueno.

A pesar de la crisis, y que los precios están a la misma altura que su calidad (es decir, muy arriba), el restaurante se encontraba bastante lleno, lo cual siempre tiene el significado que la irrefutable opinión de la clientela, se impone a modas y tendencias pasajeras.

Después de la cervecita y su correspondiente aperitivo de entrada, (deliciosos boquerones rebozados con pimientos de padrón), comienza el menú elegido, donde fuimos de menos a más, si es que se puede considerar menos comenzar por unas gambas a la plancha. En este primer caso, si hubiéramos tenido que poner una objeción es que al cocinero se le fue la mano con el tiempo, ya que un par de minutos menos les habrían dado una frescura en boca de la que carecían, a pesar de su magnífico sabor.


Continuamos con un delicioso pulpo braseado, muy ligeramente especiado y aderezado con un estupendo aceite de oliva (vimos botellas de Pago de los Baldíos de San Carlos). Le acompañaba un alioli que se quedó sin ser degustado. Una textura ligeramente crujiente, junto a una perfecta ternura de la carne del pulpo, no invitaban a realizar disfraces de ningún tipo.


Para terminar con las entradas, un centollo de la ría completamente preparado, que si bien te rompe un poco el placer de pelear con él, por otra parte te simplifica mucho las operaciones y permite un avance más tranquilo durante la comida. Respecto a su calidad, no cabe decir otra cosa que era realmente sensacional. Lo sabroso de su carne denotaba que procedía de aguas frías y batidas, lo que le confiere ese sabor a mar tan característico que tiene el marisco gallego, frente a opciones más insípidas como las que vienen de aguas templadas y tranquilas.


Y para finalizar este pantagruélico banquete, un arroz caldoso con carabineros, muy sabroso y bien conseguido. El grano en su justo punto de cocción, y recogiendo todos los aromas del marisco. El pimentón muy presente, pero de forma muy equilibrada. Una delicia de plato.


Y todo esto fue regado con un par de botellas de un Albariño de nuevo corte, sugerido de forma muy acertada por el sommelier: Nora da Neve. En Nora da Neve se equilibran perfectamente la fruta propia de los albariños con los tostados de la barrica, obteniendo un vino con cierto cuerpo que deja un paso largo y untuoso, a la vez que aromático y frutal. Un magnífico vino que no solo estuvo a la altura, sino que fue protagonista principal.

¿Has estado alguna vez en El Telégrafo? ¿Y has probado el Nora da Neve? ¿Qué te han parecido?

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