Había que desquitarse de la mala experiencia de ayer, y no encontramos mejor excusa para abrir esta botella que teníamos guardada desde hace algún tiempo.
Sin duda un concepto de bodega envidiable, a la que todos los que somos aficionados se nos ponen los dientes largos cuando vemos como fue creada. Su propio nombre “4Kilos” indica la inversión inicial en pesetas de sus dos socios, lo cual demuestra que un buen vino no depende necesariamente de una gran inversión, sino más bien de un saber hacer y unas ideas muy claras.
Este particular vino, sin Denominación de Origen, pues las viñas se encuentran situadas en distintos municipios al sur y al norte de Mallorca, es sin duda fruto de la imaginación y la pasión por hacer un vino de calidad, con una apuesta por la uva de la tierra: 40% Callet y Fogoneu, 10% Merlot y 50% Cabernet Sauvignon.
La botella nos llamó silenciosamente desde la estantería en la bodega gracias a los trazos de su etiqueta. Un diseño preciosista y muy cuidado, que avanza que alguien se ha preocupado de cuidar del vino desde el primer momento hasta el final.
Ya en la copa, de color rojo picota, con ribete violáceo, transmite un aroma potente como diciendo "aquí estoy yo". Balsámicos, fruta roja y algo de bosque nos embriagan el olfato incrementando el deseo de pasarlo a la boca.
Ya en boca demuestra su potencia, pero de forma equilibrada a la vez que contundente. De paso largo, con taninos marcados pero suaves, parece que ha encontrado el equilibrio en la acidez para darnos un toque de frescor.
Sin duda, un gran vino que uno no debe dejar de pasar la oportunidad de catar.
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